
En esta época de florecimiento de los festivales musicales en nuestro país, parece que los chicos de Sinnamon le han cogido el gusto a esto de organizar saraos. El nuevo invento de este, no lo olvidemos, sello musical, fue el llamado Ola! Festival, que tuvo lugar en la "playa" de Guardias Viejas, en El Ejido, Almería. Se trataba del cuarto festival organizado por el sello, además del Summercase, el Daydream Festival, el Creamfields Vigo y el ídem de andalucía.
El Ola! se trata básicamente de un festival sacado de la nada para acoger a la islandesa mas famosa de la galaxia, Björk, aún de gira presentando su disco Volta. Además, aprovechando el recinto que usualmente emplean para el Creamfields Andalucía, de música electrónica, era posible adquirir ambos abonos del festival, con derecho de acampada en una zona habilitada para ello, ya que tuvo lugar una semana antes.
Debemos admitir que el cartel no sólo giraba en torno a Björk. Presentaba muchas propuestas interesantes, tales como los pioneros del Trip-Hop, Massive Attack, la sensación del año, MGMT, uno de los grupos más interesantes de los últimos 10 años, Kula Shaker, y además gente de la talla de y Goldfrapp, Starsailor, Hercules and Love Affair, Editors, Cut Copy y Digitalism.
Y aunque es el quinto festival del año para Sinnamon, está visto que no aciertan con el recinto del festival. Sin en Julio sufríamos con el polvo y la lejanía del recinto del Summercase, el Ola!Festival no se iba a quedar atrás. Situado en la llamada playa de Guardias Viejas en El Ejido, el acceso al recinto era absolutamente infame. Sin ninguna señalización de la ubicación del mismo, y sin iluminación en el trayecto desde la zona de aparcamiento improvisada (no oficial), llegamos a duras penas al único descampado que queda prácticamente sin ocupar por plásticos en toda la zona de El Ejido. Una vez en el interior del recinto, con una minúscula y peligrosa zona de acampada (hubo que lamentar la muerte de una asistente por paro cardíaco), la zona de descanso brillaba por su ausencia. Con apenas dos puntos de agua, y con la norma de las botellas sin tapón, adquirir medio litro de agua, en pleno sur de España en Agosto, ascendía a la nada desdeñable cifra de 2,50 euros, más de 400 de las antiguas pesetas. Desde luego, esto de los festivales musicales, es muy rentable.
Y al igual que el Summercase, el Ola! es un gigantesco anuncio, un enorme mercado, convirtiendo la música en un gigantesco negocio. Pero en fin, son cosas que hay que aceptar, y en definitiva, es la música lo que importa. El horario tampoco fue muy acertado. Los primeros en aparecer en el escenario fueron Islands, a una hora a la que era absolutamente imposible acudir, por lo que nuestra única opción era acudir a la presentación, por tercera vez este año en nuestro pais, de Oracular Spectacular, de MGMT.
Al igual que en la sala Heineken de Madrid, MGMT ofrecieron un concierto divertido, a pesar del limitadísimo tiempo facilitado por la organización. En cuanto a ejecución, impecable, sobre todo debido a los excelentes musicos de apoyo que llevan estos jovencitos neoyorquinos. El mejor momento (obviando su aparición con el atuendo que no comentaremos aquí) sin duda los dos últimos temas, tocados apresuradamente, Time to Pretend y Kids (dale al play) durante la cual Andrew se propuso emular a Björk enredando todo el escenario con un ovillo de lana naranja.
El público, repleto de seguidores incondicionales de Björk, apenas se movió de escenario para ver a Allison Goldfrapp y su homónima banda, que nos presentaba su cuarto álbum, y vuelta a los orígenes de Felt Mountain, Seventh tree.
Y para todos aquellos que ya vimos a Goldfrapp en giras anteriores, este concierto fue en realidad una imagen especular de los de otras giras. Aunque aburrido, Allison demostró su potencia vocal y su elegancia, sin excesivos alardes, pero tampoco sin excesiva emoción. Un trámite en el festival, ante lo que se avecinaba.
Y Lo que se avecinaba era el concierto más esperado del festival, el de Björk, del que esperábamos una demostración de fuerza, una muestra de que la islandesa tiene aún mucho que ofrecer, aún a pesar de tantos y tantos discos imprescindibles, y cuyo talento parece inagotable.
Con toda una parafernalia compuesta por una banda uniformada al estilo medieval, multitud de instrumentos y gadgets de última generación y espectaculares llamaradas, Björk se presentaba ante miles de fieles con toda la artillería de hits, entre los que no faltaron Joga, Bachelorette, Pagan Poetry, Army of Me, Who is it?, Oceania, una bizarra versión de Cover Me y Hunter, a las primeras de cambio. Para terminar, tres perlas. La primera, sorprendente: Pluto, toda una locura electrónica que siguió con la versión rave de Hyper Ballad, y continuando el show con el single de Volta, Earth Intruders, poniendo punto y final a una maratoniana gira de 17 meses para la estrella islandesa, y dejándonos con una sensación de alegría y emoción, y sobre todo, con ganas de repetir la experiencia.
Para entonces, había quien acudía a ver a los británicos Starsailor con su pop alternativo. Pero en el otro gran escenario del recinto se presentaba otro mito de la música de los 90, Massive Attack. Otro grandísimo nombre, pero quizá, fue la mayor decepción: Con un sonido lamentable, demasiado altos los graves, y demasiado bajas las voces, pasaron sin pena ni gloria temas como Teardrop, o Safe from harm por un repertorio fundamentalmente centrado en el mítico Mezzanine.
Sin embargo, esa falta de chispa y de ambiente, acabo por empujarnos hacia la carpa, donde en breve aparecería Crispian Mills, de vuelta con Kula Shaker, una de las bandas mas interesantes del cartel, tras su periplo con The Jeevas. Y parece que los años no pasan por el bueno de Crispian, que sigue pareciendo un veinteañero con su pelo liso y perfectamente amarillo y su camisa entallada. Empezaron fuerte con Hey Dude y continuaron ofreciendo un repertorio psicodélico donde no faltaron los temas mas étnicos, como Tattva o Govinda, que cerró el concierto. La más coreada, sin duda, fue Hush y quizá la gran ausente fue 108 Battles of the Mind. Quizá el mejor momento fue la versión del himno de ese genio llamado Daniel Johnston, titulado True Love Will Find You In The End, realmente emotiva pero totalmente desconocida para el 99% del respetable.
Tras el buen sabor de boca dejado por Kula Shaker, era el turno de los británicos Editors, tantas veces comparados con Interpol, que empiezan a ser asiduos de los festivales veraniegos españoles. Y aunque empezaron inmejorablemente, con Blood y Munich, para meterse al público en el bolsillo, poco a poco empezaron a caer en la monotonía, que probablemente es la lacra de este talentoso conjunto. Sus canciones son todas irritantemente parecidas y sus conciertos se hacen cada vez más y más largos. Quizá sea el momento de dar un giro compositivo en una banda que prometía dar mucho que hablar, pero que parece que se esta estancando poco a poco.
Poco más había que hacer en ese descampado polvoriento rodeado por carreteras comarcales, sino seguirlas hasta alcanzar los aparcamientos entre invernaderos abandonados y bajo la luz de la luna llena de agosto, que afortunadamente, alumbró nuestra vuelta a casa, pese a todo, muy satisfechos. ¿Volveremos el año que viene?